Al echar la vista atrás, unos 20 años aproximadamente, vemos como la tecnología, lejos de ayudar al ser humano a mejorar su bienestar, ha derivado en una serie de deficiencias y dependencias en él.
Llegados a este punto, es lógico hacerse preguntas como: ¿Es posible hacer un uso de la tecnología responsable y que realmente mejore nuestra calidad de vida? No de forma cuantitativa sino cualitativa.
¿Es posible colocar al ser humano en el centro de toda decisión? No en forma de consumismo, sino para mejorar y facilitar su día a día, dejando de crear yanquies de la tecnología, que necesitan su dosis de consumo diario, especialmente en las redes.
¿Es posible un mundo donde usemos la tecnología con responsabilidad y sentido común?
Hace unos días en el Podcast de Ángel Martín con Chica Sobresalto, que podéis escuchar en Spotify en su canal «Por si las voces vuelven», dejó caer una pregunta que me hizo reflexionar, ya que es un tema que como diseñador gráfico está fuertemente relacionado y sobre la que considero todos los diseñadores tenemos la oportunidad de cambiar: «¿Hemos malinterpretado la tecnología?»
Oportunidades perdidas
Internet y toda la tecnología alrededor de ella se puso a disposición del ser humano como una gran oportunidad para compartir información en cualquier parte del mundo, sin barreras. Una democratización del conocimiento como nunca antes en la historia, que poco a poco se ha visto dilapidado y sesgado.
La humanidad vive una época en la que se le ha proporcionado la posibilidad, como nunca antes, de conectar entre personas de cualquier parte del mundo, desde donde queramos, y lejos de aprovecharla para crecer como sociedad, creamos una sociedad cada vez más polarizada y dividida.
Hoy los usuarios gastamos gran parte del tiempo en megaplataformas como Google, Youtube, Twitch, Facebook, Instagram, Tiktok… pasando de una a otra a lo largo del día como si el mundo transcurriese a través de sus servidores, quedando todo lo demás silenciado y en el olvido, sesgado por sus algoritmos, que trabajan de forma caprichosa y sin escrúpulos.
El acceso continuo a estas plataformas está cambiando hábitos que podrían llevar a comportamientos que tienen un impacto negativo. Estas plataformas tienden a crear personalidades vulnerables, débiles e insensibles y por tanto nos deshumanizan.
Todas las oportunidades que teníamos ante nosotros, como sociedad, se han ido desvaneciendo, no hemos sabido aprovecharlas, ya que el único fin ha sido convertir en negocio todo lo que tocamos, sin importar el coste social y personal.
Las redes sociales, por ejemplo, surgieron para poder expresarnos y conectar con personas en cualquier parte del mundo, sin ningún tipo de fronteras. Una pequeña parte ha entendido su propósito, pero muchas incitan su consumo para extraer todos los datos posibles sobre nosotros y nuestros comportamientos y así venderlos al mejor postor para influir en nuestra toma de decisiones, hábitos diarios e incluso nuestra percepción de la realidad. ¿Cómo lo hacen? Gracias al trabajo simultáneo del diseño y la psicología.
Todo se construye sin más horizonte que el beneficio económico. A lo largo de la historia han existido proyectos prometedores bajo licencias open source que se han visto eclipsadas por grandes corporaciones. Si quieres conocer algunas de estas historias te invito a leer el libro de Marta Peirano – El enemigo conoce el sistema.
Como diseñadores tenemos la responsabilidad de cambiar la relación humano-máquina e invertir el rol que actualmente juega cada uno entre sí
¿Qué podemos hacer como diseñadores?
La función del diseño en el mundo es la de mejorar la calidad de vida del ser humano y su entorno, aunque en esta época en la que vivimos pareciese que su única función sea la de influir en los usuarios para fomentar el consumo. Esta es solo una de sus funciones, que está al servicio del marketing, quizás la más superficial.
Como diseñadores tenemos la oportunidad y en cierto modo la responsabilidad de generar un cambio necesario para la humanidad. Como diseñadores, especialmente en el área del diseño UI/UX, tenemos la responsabilidad de cambiar la relación humano-máquina e invertir el rol que actualmente juega cada uno entre si, donde el ser humano está al servicio de la tecnología, cuando es la tecnología la que debe estar al servicio del ser humano.
Diseñadores UI/UX
Todas estas aplicaciones y plataformas han sido desarrolladas por diseñadores que conocen a la perfección la psicología del ser humano, gracias especialmente al Big Data. Conocen los mecanismos psicológicos para mantenernos pegados a la pantalla, para que no podamos separarnos del móvil ni 5 minutos y continuamente estemos haciendo scroll en la pantalla para satisfacer la micro dosis de dopamina que necesita nuestro cerebro, influyendo en el comportamiento y hábitos de los usuarios, desembocando incluso en trastornos de la personalidad.
Saben como diseñar flujos e interacciones para que hagamos lo que quieren, aunque para ello usen Dark Pattern. Porque su gran activo somos nosotros, como usuarios, pegados a un móvil. Venden los datos que les ofrecemos de forma gratuita al mejor postor para en ocasiones hacernos cambiar nuestros hábitos.
Diseñadores de marca/branding
Las marcas deben hacer un uso responsable de la tecnología. La marca que se centre principalmente en beneficios económicos y deje a un lado el impacto social que genera en su actividad diaria se verá abocada al olvido. Las marcas de hoy día deben encontrar ese equilibrio entre lo real y lo digital. Juegan un papel muy importante para evitar la deshumanización de la sociedad.
Aquellas marcas que hagan un uso de la tecnología buscando este equilibrio aportarán a la sociedad un valor que está más allá del servicio o producto ofrecido, más allá del ranking y serán las que marquen el camino a seguir.
Pongamos al usuario en el centro de toda acción
Como diseñadores, creo que tenemos la responsabilidad de cambiar el modo en el que nos relacionamos con la tecnología, ya que gracias a nuestro trabajo facilitamos la comunicación humano-máquina, y de nosotros depende que la hagamos adictiva o para promover buenos hábitos.
Empleados de Silicon Valley han alzado la voz para denunciar este tipo de prácticas, que paradojicamente han creado ellos, a través del documental Dilema social. Los propios creadores de estas plataformas prohiben a sus hijos el acceso, no solo a ellas, sino al propio dispositivo, porque saben sus contraindicaciones para un correcto desarrollo cognitivo en los primeros años. Los llevan a colegios donde apenas existen ordenadores.
Los avances se producen a una gran velocidad, sin apenas tiempo a parar y reflexionar sus posibles repercusiones en la mente y el cuerpo. Cuando nos encontramos en una situación extrema es cuando nos solemos dar cuenta que algo no anda bien e intentamos observar con cierta perspectiva.
La tecnología aporta grandes beneficios, pero hay que reaprender a usarla y analizar hasta que punto estamos conectados-enganchados. Internet y toda sus posibilidades ofrecen unas ventajas para la sociedad nunca antes vividas pero su mal uso deriva en conductas perjudiciales para la salud mental y física.
«Muchos tienden en culpar a la tecnología de hace al ser humano más vil e insensible, cuando en realidad lo único que hace es visibilizar y amplificar de una forma más clara esa forma de ser».
Andy Stalman – andystalman.com
La tecnología que usamos debería ser una extensión de nuestras conciencias, pero actualmente actúa como barrera entre nosotros, la naturaleza y el mundo creando un obstáculo frente a las dimensiones más profundas de nuestra propia experiencia.
Deberíamos de usarla para potenciar nuestras posibilidades, no disminuirlas. Tenemos la libertad de retroceder, evaluar y reevaluar que rol va a tener en nuestras vidas y asegurarnos que ese rol sea constructivo.
La tecnología es neutra, es el uso que hagamos de ella la que determinará su función ¿Vamos hacia una nueva era más humana o más tecnológica?¿Nadie se ha planteado que quizás vayamos en una dirección equivocada?
Categoría/s: Opinión
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