La salud mental en diseño gráfico es un tema super importante, pero del que desafortunadamente se habla poco en el entorno laboral, quizás por miedo a sentir rechazo e incluso ver peligrar nuestro puesto.
La realidad es que según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) 1 de cada 5 personas sufrirá un problema de salud mental a lo largo de su vida. De estos el 50% estará relacionado con el trabajo, por lo que es un tema del que deberíamos de hablar con más frecuencia.
A continuación vamos a enumerar alguna de los síntomas de salud mental en diseño gráfico que casi todo creativo a experimentado alguna vez y como resolverlas.
Síndrome del impostor
El diseño gráfico es muy amplio y en alguna ocasión hemos tenido que tocar un área que no es nuestra especialidad, es entonces cuando surgen las dudas. ¿Estoy haciendo lo correcto?¿Saldrá bien de esta forma o hay otra forma mejor de hacerla? Sentimos que estamos jugando un papel que no nos corresponde y es habitual tener pensamientos del tipo «¿Dónde me he metido?».
Es normal que se nos presente una situación así cuando empezamos a aprender una herramienta nueva, pero no nos debe desalentar, al contrario, debemos mantener despiertas las ganas de aprender algo nuevo, siendo conscientes de nuestras limitaciones y con la humildad de saber que no tenemos la destreza suficiente, pero con la certeza que con tiempo y dedicación es posible.
Es la única opción de seguir creciendo, a través de nuevas experiencias y conocimientos tenemos la posibilidad de crear algo nuevo. Si permitimos que el síndrome del impostor nos bloquee, perdemos la posibilidad de crear algo nuevo.
Identificación con el trabajo realizado
Como en todos los trabajos creativos, en cada proyecto dejamos un huella de nosotros en él, corriendo el riesgo de sentir como personal cualquier crítica que reciba. Es importante alejarnos del proyecto, no apegarnos demasiado a él y evitar sentirlo como una parte de nosotros, aunque realmente hayamos puesto mucha dedicación y el resultado haya salido de un proceso creativo interior.
Al identificarnos con el trabajo realizado corremos el riesgo de no tener la flexibilidad y la necesidad de estar abiertos a nuevas propuestas constructivas que ayuden a conseguir que el proyecto en el que estemos trabajando alcance sus objetivos.
El ego suele ser un enemigo bastante común en un diseñador gráfico a lo largo de su carrera. A todos nos gusta que nos aludan por el trabajo bien hecho, pero debemos anteponer alcanzar las metas establecidas en el proyecto a la palmadita en la espalda.
Hiper-exigencia
Cursos
Vivimos en una sociedad en la que sino estamos adquiriendo nuevas técnicas tenemos la sensación de quedarnos obsoletos en poco tiempo. Además es continuo el bombardeo de cursos, webinars o guías para mejorar tus habilidades y es fácil caer en la tentación de apuntarnos a todo, porque sino tenemos la impresión de estar perdiendo una oportunidad que los demás si aprovecharán.
Esto al final socaba tu energía. No estoy diciendo que no sigas aprendiendo ni hagas ningún curso, pero ser consciente de lo que tienes por delante, las horas que dedicas los proyectos y tus quehaceres diarios, además del tiempo necesario para descansar y reponer fuerzas, si luego tienes tiempo y ganas de realizar algún curso… ¡a por él!
Redes sociales
La creencia que sino estamos publicando en redes sociales no existimos y los que si lo hacen toman ventaja, perjudica seriamente la salud, no solo a nivel creativo, nos hace entrar en un estado de estrés del que debemos salir, porque nos afectará anímicamente.
Vemos continuamente trabajos espectaculares y pensamos que ha sido realizado en un abrir y cerrar de ojos, que algo nos falta y no estamos a la altura del mercado (una sensación cada vez más habitual debido a la aparición constante de nuevas herramientas IA). Volviendo aparecer ese estado de estrés que nos empuja al punto anterior, buscar cursos para mejorar o adquirir nuevas habilidades.
También me he encontrad con artistas que crean continuamente contenido para publicar en redes, siguiendo tendencias que no encajan con su estilo, pero consigue captar «likes» y nuevas audiencias. Esto al final desgasta, trabajar en algo que no encaja contigo (especialmente en áreas creativas) no suele terminar bien.
Autoexigencia
Podemos caer en el error de infligir en nosotros mismo esta hiper-exigencia. De usar el trabajo creativo como narcótico o vía de escape y sin darnos cuenta dedicamos más de 12 horas al día, agotándonos física y emocionalmente.
Es necesario saber cuando debemos parar, tomar un respiro. El hecho de dedicar más horas no implica aumentar la productividad, se ha demostrado mediante estudios que en realidad el efecto que genera es su opuesto.
La naturaleza de un diseñador es curiosa, nos gusta aprender y no podemos remediar estar siempre dándole vueltas a la cabeza para conseguir esa idea impactante o adquirir nuevos conocimientos que nos ayuden a abrir la mente.
Nos gusta lo que hacemos, pero es necesario controlar esa pasión y ponerle límites. Por eso es importante saber parar esa autoexigencia, ser conscientes de nuestras emociones y sensaciones nos ayudará a saber cuando necesitamos dar un paso a un lado y desconectar.
Marcar esa línea que delimita lo que es trabajo y lo que hago porque me gusta. Sino corremos el riesgo de aborrecer lo que antes era una pasión y un disfrute.
Sobrecualificación
Es importante desempeñar un trabajo que esté a la altura de nuestra cualificación para sentir que estamos en el lugar indicado. Si desempeñamos trabajos que nos resultan banales y no nos hacen dar lo mejor de nosotros mismos, que nos dejan con esa sensación de querer dar un paso más y participar en proyectos más desafiantes, al final caeremos en una desmotivación.
Conclusión
Creo que la salud mental tanto en el diseño gráfico, como en otras áreas creativas, es un tema que poco a poco se hará más visible, porque la sociedad está en un momento que debe replantearse muchas cosas, entre ellas su relación con el trabajo.
Durante todo el proceso creativo, ya sea interactuando con otras personas o en la relación con uno mismo, se avivan una serie de emociones que nos genera cierto estado anímico afectando a todos los ámbitos de nuestra vida.
La mayoría no contamos con recursos ni habilidades para expresar lo que sentimos con rigor y claridad. Conocer nuestras emociones, aprender a identificarlas, saber gestionarlas y perder el miedo a compartirlas nos ayudarán en nuestro día a día.